Corazón de Madre
- María Genoveva MEZA MARTÍNEZ
- 27 may 2016
- 1 Min. de lectura

Voy con el corazón golpeado y herido
por la mirada de crueldad y odio de un hijo.
Sigo el camino con el corazón oprimido,
y con amor, a él sólo respeto le exijo.
Me siento en una pesadilla, ¡lo admito!
Y lucho con mis lágrimas de angustia.
¡Ya es un adulto! ¡Ya no es mi niñito!
¡No me escucha! ¡Antes le hablara permitía!
Mi corazón de madre no ha dejado de padecer
la desesperación y el dolor de estar esperando
que toque a mi puerta, con un cambio de parecer.
¡Que su pensar y actuar sea de alguien madurando!
¡Deseo tanto que abra los ojos a la vida y viva!
Y valore el haber tenido madre y aún tenerla.
Mi madre, sin tener a sus padres, siempre positiva,
jamás renegó de no tener quién protegerla.
Creció y se abrió camino, ella como pudo
mostró amor a Dios y siempre lo trasmitía.
De recordar su vida en la garganta se me hace un nudo.
Con orgullo hablaba de su infancia, ¡y no mentía!
Pudo inventarse de su vida una bella infancia.
Sin embargo fue sincera, ¡siempre, aunque doliera!
Cruda realidad, pero ¡ella jamás desfallecía!
Valiente con su dolor aunque a veces lo escondiera.
No entiendo a esos tantos y tantos hijos
a los que Dios permitió tener padre y madre.
Se quejan de lo que tienen y de no tener más lujos.
Si la verdad, ¡no falta nada cuando se tiene madre!
Van golpeando sin piedad a sus padres con su desprecio,
por no poderles dar y ayudarles más y más… ¡Tanto!
Sin pensar que ellos por su vida pagaron muy caro el precio.
¡Con su exigencia y desprecio sólo les van arrancando llanto!
06 de mayo de 2016