Querida Hermana:
- María Carolina
- 25 mar 2017
- 2 Min. de lectura

Hoy, cuando ha pasado un año y tres meses que te fuiste, por fin me siento con el valor de unir los pedazos de mi corazón para decirte lo siguiente:
Ya no hay lágrimas en mis ojos, sólo maravillosos recuerdos. Te quiero decir que te quise mucho todos esos años que Dios te regaló conmigo. Fuiste la más grande y maravillosa amiga que pude tener; me enseñaste a reír entre lágrimas y mi miedo lo cambiaste por motivos para vivir.
Hoy quiero decirte, Hermana, que yo soñé muchas veces tener unos días fabulosos para nosotras y llevarte de vacaciones a una playa donde volviéramos a ser niñas y compráramos todas las chacharitas y recuerdos que se te antojaran; pero no pudo ser.
Me compré un carrito viejo con la ilusión de manejar un día y pasearte por toda esta hermosa región. Pero sabes, Hermana, mi error fue pensar que para todo había tiempo y tú ya no lo tenías. Dicen que el “hubiera” no existe, y sin embargo, cada mañana me digo: “¿Por qué no vendí todo lo que tenía?, y nos hubiéramos ido a disfrutar cada puesta de sol desde el balcón de un modesto cuarto de hotel”. ¿Recuerdas que éste fue nuestro sueño desde adolescentes? ¿Quién nos hubiera quitado el gusto de disfrutar mojando nuestros pies en el mar? ¿Cómo saber lo que iba a pasar?
Aún me sigue tu risa, tu manera fría de ver las cosas cotidianas, diferente a mi manera de ser, y era por eso mi admiración por ti. Yo trabajaba, pero eras tú quien me guiaba, y a pesar de ser tan diferentes éramos por dentro tan iguales.
Perdóname si no estuve cuando te enfermaste, y aunque era mi propósito, no pude calmar tus dolores. No pude ayudarte, Hermana. Aún lloro mi impotencia. Perdóname, Hermana, porque aún como un eco me siguen tus palabras cuando yo llegué a tu lado: “Ya llegó mi hermana y ya no tengo miedo”, y me partí el alma por ti, Manita querida, y en un vano intento por darte más vida, besaba tus manos y me hincaba ante Dios, en una muda petición para que aún te dejara más tiempo a mi lado. Pero te marchaste y contigo se fue tu esencia, y así destrozada te dije adiós.
Te fuiste, mi Hermana, mi Amiga, y te llevaste el sol, los detalles y mi alegría. Me dejaste sola, Hermana querida.
A mi Hermana con Amor…
Torreón, Coahuila, a 13 de febrero de 2006.